Segundo capítulo


Al día siguiente(25 de Marzo)
Rin, rin. Sonó el despertador, y un poco adormilada le di al botón para que no siguiera sonando ese sonido tan chirriante y desagradable. Me vestí muy despacio, desayuné y cogí mi mochila para ir hacia la parada del autobús. Cuando entro en el autobús, la gente me mira muy raro. Suelen haber 3 tipos de personas: los jóvenes chulitos que cuando entras, te miran con la típica cara de “soy superior a ti. Porque yo lo valgo”. Las chicas de este tipo, casi siempre visten con unos pantalones muy cortos, un corpiño ajustado y unos zapatos rosas. Además, siempre mascan chicle.
Luego están los estudiantes. Estos van un poco más decentes a los anteriores. Suelen ir escuchando música con los mp3, mp4 o móviles. Llevan siempre una mochila que suele ser de marca(casi siempre son roxi, billabong o quiksilver) Yo me considero más de este grupo de personas.
Y por último están los ancianos. Estos son los que no tienen vehículos para desplazarse , y por ello, siempre están en el autobús. Suelen llevar boina de cuadros.
Al entrar en el autobús vi a un chico que no lo había visto habitualmente. Me miró, y acto seguido sonrió. Yo también le sonreí, y a continuación giré la cara. Le di mi tarjeta de monobus al conductor, y me senté al final. Cogí mi móvil y puse la radio. La canción que sonaba era: “Tal como eres”. De El Canto del Loco. Te necesito tanto......... ¿Alguien me dirá alguna vez eso? Justo en ese instante, el chico me miró. Era muy guapo. Tendría unos 14 o 15 años, cómo yo. Era rubio, y tenía los ojos del color de la miel. Medía más o menos 1'80. ¡Simplemente perfecto! La mirada duró unos segundos. Unos intensos segundos. Mientras lo miraba, la canción seguía sonando: cambiaste llorar por luchar en mi nombre...... Las puertas del autobús se abrieron de golpe. Giramos la cara. Miré la hora y era demasiado tarde. Salí corriendo hasta llegar a mi instituto. Estaba tocando la sirena para entrar a clase. Yo corrí a toda prisa, y allí me esperaban mis cuatro mejores amigas: Adriana, Yasmín, Aroa y África. Ellas son las mejores. Adriana es la informática y música más buena del mundo. Yasmín y yo somos las que le damos esa cierta chispa de gracia al grupo. Aroa es la que a veces pone orden. Y África es la que peina, canta y dibuja como nadie( a veces es un poco “mangante”) . Nos queremos un montón, y si por algo nos caracterizan, es porque nos apuntamos a un bombardeo, como se suele decir. Me conocen muchísimo.
A primera hora teníamos matemáticas. Lo único bueno de esa clase es el profesor.... La hora se me pasó muy lenta. A segunda hora teníamos plástica. En esa clase nos dejan ponernos donde queramos. Mis amigas y yo siempre nos sentamos juntas.
Yo me comporté como siempre. Canté, bailé, hablé, y dibujé. Estaba contenta y no sabía porqué. La tercera hora se me pasó volando. Teníamos alternativa. Me encantan esas clases, ya que nos dan tiempo para hacer deberes atrasados o trabajos.
Pronto llegó la hora del recreo.
-¡Rorri! Que contenta estás hoy-dijo África
-¡Sí!
-Uy uy. ¡Esto huele a enamoramiento!- añadió Adriana inmediatamente.
-¿Enamoramiento? Que va.
-Que sí. Que tu estás enamorada-dijeron Aroa, África y Adriana al unísono.
Yo puse cara de enfadada, y crucé los brazos.
-Bueno chicas, dejadlo ya-dijo Yasmín.
-Vale, lo sentimos-dijo Aroa en nombre de todas.
-Os perdono si me dais un abrazo- me reí-
-¡Pues claro!-dijo Yas.
Todas nos dimos un abrazo muy tierno. Un abrazo que me reconfortó muchísimo. El pitido de la sirena para entrar a clase sonó. Todos subimos muy despacio, y dimos las últimas clases que nos faltaban.

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